sábado, 28 de abril de 2012

La Leyenda del Tero

LEYENDA: "Se cuenta del tero..."


  Dicen que en lejanas épocas los teros eran señores muy ricos que desde hacía tiempo tenían instalado un negocio de ventas de ropas.


 Ganaban mucho con sus ventas y tenían como principales clientas a las vizcachas, señoras bien coquetas que estrenaban trajes todos los días.


  Los teros, que no sabían administrar lo que tenían, comenzaron a fiarles todo lo que les vendían. Ellas así seguían comprando y comprando y ellos, fiando y fiando.


  Las deudas se hicieron tan abultadas, que los pobres teros sin poder cobrar esas enormes cuentas, se vieron obligados a cerrar el negocio, volviéndose "más pobres que una laucha", como dice el refrán. Sólo les quedaron los chalecos y las bombachas, que cuidaban muy especialmente caminando siempre derechitos para no ensuciarlas.


  Cada vez que recordaban en las vizcachas se agarraban la cabeza y gritaban como locos. Habían pensado organizarse en parejas y llegar hasta sus cuevas para sacarles las telas o cobrarles las cuentas, pero ese día no llegaba nunca.


  Entre tanto, a las vizcachas se les habían terminado los vestidos, ¡hacía tanto que no compraban! La verdad es que andaban tan rotosas t desarregladas que sólo salían de sus casas a la noche.


  Los teros sabían que en ese momento podían encontrarlas y, cuando se aproximaban, bien enojados, gritaban fuerte: "¡Teruterú!, teré, Mi género... mi género, mi género!". Las vizcachas entonces huían a esconderse.


  No querían ser vistas tan rotosas, tampoco el padre de ellas, que sentía mucha vergüenza y reprendía a su mujer y a sus hijas diciéndoles: "Vizcachas rotosas, no tienen vergüenza, no tienen vergüenza".


  Desde entonces las vizcachas quedaron condenadas a salir de noche y los teros se quedaron con los chalecos negros y las bombachas blancas y lloraron mucho, por eso le quedaron los ojos enrojecidos para siempre.


Creencias populares:
Entre las creencias, circula que cuando el tero canta, predice lluvia y también que su canto anuncia la visita de parientes.

domingo, 22 de abril de 2012

la telesita

 Cuenta la tradición que Telésfora Castillo, a quien llamaban Telesita, había nacido en Tolojona, y que vivió a mediados del siglo pasado en la región del Salado (Departamento Figueroa, Santiago del Estero). Conocida en toda la provincia como alma milagrosa, se la llama en algunos lugares, Telesita, Tele o Telésfora. (-según las versiones- era una "inocente" (poca inteligencia)).
Era de extraordinaria belleza y ambulaba constantemente por el interior de los bosques, frecuentando algunos boliches donde cantaba y bailaba, habiendo quien asegura haberla visto en la misma ciudad de Santiago del Estero. Los paisanos se acostumbraron pronto a la Telesita, a quien querían por su bondad y sencillez. Pero un día - ellos lo dicen - amaneció quemada en un rancho, habiendo quien afirma haberla hallado muerta en una acequia a tres leguas de la ciudad de Santiago del Estero.
Una versión cuenta que se trataba de una jovencita que mendigaba y murió quemada al tratar de calentarse junto a un fogón. Otra versión la presenta como a una muchacha que sólo gustaba de bailar y que, atraída por los sones de una caja, se acerco danzando a una fogata, de donde saltó una chispa que prendió en sus vestidos y la carbonizó. En suma, todas las leyendas coinciden en la circunstancia de la muerte trágica.
Lo cierto es que después de su muerte, la Telesita estaba más cerca de los campesinos que antes y se le han atribuído milagros sorprendentes. Se encomendaban - y aún lo hacen - a ella, ofreciéndole un baile con bombo y violín. Y aseveran que así que se producía una pérdida de algún vacuno o prendas de valor eran robadas se hallaban indefectiblemente después de ofrecerle un baile en el que abundase el aguardiente hervido con poleo.
(Si a alguien se le extravía algo, le ofrece una Telesiada, baile con caña y música que se inicia con un chacarera... No se puede cambiar de pareja y se baila hasta caer al piso (por la cantidad de alcohol ingerido o por el cansancio)).
 Las reuniones que se hacen en su homenaje se llaman Telesiadas, y se llevan a cabo en la casa del que ofrece el baile. Se prepara un muñeco de papel o trapo y se lo coloca sobre una mesa o catafalco, simulando así el cuerpo de la Telesita. Cuatro o cinco velas puestas a su alrededor se encienden antes de comenzar el baile. Cuando éste se inicia, el promesante y su mujer bailan siete chacareras seguidas, y entre una y otra se bebe una copa de caña o aguardiente (los dos danzarines). Después se generaliza el baile y corre abundante la caña, cerveza o vino u otra bebida cualquiera. La música se ejecuta especialmente en los siguientes instrumentos: caja, bombo, violín y guitarra. 
Las canciones que tradicionalmente se tocan son chacareras, zambas, gatos, etc. También se escuchan " coplas al angelito ", es decir no alusivas a ella. La fiesta termina a la madrugada, hora en que la imagen de la Telesita es quemada ritualmente, para rememorar el triste fin que en vida tuvo la Telésfora.
Esta es la copla popular donde el que se encuentra con el alma en pena de la Telesita aprende lo que debe decir para congraciarse:
- Qué andás haciendo, Telesita.
- Aquí ando, pues.
- A ver, bailámelo, Telesita.
- Bueno, te lo bailaré..
La Telesita tiene ciertos puntos de contacto en lo que se refiere a la posibilidad de culto y ofrendas, de rescatar lo perdido, con el Negrito del Pastoreo, el alma del Quemadito y la Difunta Correa en nuestro país, con el Sacy Perere en Brasil y el Señiles de Panamá. 

domingo, 15 de abril de 2012

Leyenda la flor de Amancay

Imagen por Viviana Agosti
“Quien da una flor de amancay está ofrendando su corazón”, decían los indios vuriloches. Y a quien preguntara el porqué de esa creencia le contaban esta leyenda:
La tribu vivía cerca de Ten-Ten Mahuida, que hoy se conoce como cerro Tronador.
En aquel entonces, el hijo del cacique era un joven llamado Quintral. No había muchacha en la región que no suspirara al mencionar sus actos de valentía, su físico vigoroso, su voz seductora. Pero a Quintral no le interesaban los halagos femeninos. Él amaba a una joven humilde llamada Amancay, aunque estaba convencido de que su padre jamás lo dejaría desposarla. Lo que el joven guerrero no imaginaba, es que Amancay también sentía por él un profundo amor, y no se animaba a decirlo porque pensaba que su pobreza la hacía indigna de un príncipe. Tanto amor inconfesado encontraría pronto una dura prueba.
Sin aviso, se declaró en la tribu una epidemia de fiebre. Quienes caían víctimas de la enfermedad deliraban hasta la muerte, y nadie sabía cómo curarla. Los que permanecían sanos pensaban que se trataba de malos espíritus y comenzaron a alejarse de la aldea.
En pocos días, Quintral también cayó. El cacique, que velaba junto a su hijo despreciando el peligro del contagio, lo escuchó murmurar, en pleno delirio, un nombre: “Amancay…”
No le llevó mucho averiguar quién era, y saber del amor secreto que sentían el uno por el otro.
Decidido a buscar para su hijo cualquier cosa que le devolviera la salud, mandó a sus guerreros a traerla.
Pero Amancay ya no estaba en su casa. Se hallaba trepando penosamente el Ten-Ten Mahuida. La “machi”, la hechicera del pueblo, le había dicho que el único remedio capaz de bajar esa fiebre era una infusión, hecha con una flor amarilla que crecía solitaria en lo alto de la montaña.
Lastimándose manos y rodillas, Amancay alcanzó finalmente la cumbre y vio la flor abierta al sol.
Apenas la arrancó, una sombra enorme cubrió el suelo. Levantó los ojos y vio un gran cóndor, que se posó junto a ella levantando un viento terrible a cada golpe de sus alas. El ave le dijo con voz atronadora que él era el guardián de las cumbres y la acusó de tomar algo que pertenecía a los dioses.
Aterrada, Amancay le contó llorando lo que sucedía abajo, en el valle, donde Quintral agonizaba, y que aquella flor era su única esperanza.
El cóndor le dijo que la cura llegaría a Quintral sólo si ella accedía a entregar su propio corazón. Amancay aceptó, porque no imaginaba un mundo donde Quintral no estuviera, y si tenía que entregar su vida a cambio, no le importaba. Dejó que el cóndor la envolviera en sus alas y le arrancara el corazón con el pico. En un suspiro donde se le iba la vida, Amancay pronunció el nombre de Quintral.
El cóndor tomó el corazón y la flor entre sus garras y se elevó, volando sobre el viento hasta la morada de los dioses. Mientras volaba, la sangre que goteaba no sólo manchó la flor sino que cayó sobre los valles y montañas. El cóndor pidió a los dioses la cura de aquella enfermedad, y que los hombres siempre recordaran el sacrificio de Amancay.
La “machi”, que aguardaba en su choza el regreso de la joven, mirando cada tanto hacia la montaña, supo que algo milagroso había pasado. Porque en un momento, las cumbres y valles se cubrieron de pequeñas flores amarillas moteadas de rojo. En cada gota de sangre de Amancay nacía una pequeña planta, la misma que antes crecía solamente en la cumbre del Ten-Ten.
La hechicera salió al exterior, mirando con ojos asombrados el vuelo de un cóndor gigantesco, allá en lo alto.Y supo que los vuriloches tenían su cura. Por eso, cuando los guerreros llegaron en busca de Amancay, les entregó un puñado de flores como única respuesta.

19 de abril dia del aborigen americano

La recordación fue instituida por el Congreso reunido en 1940 en la ciudad de Patzcuaro, México, con el objeto de salvaguardar y perpetuar las culturas aborígenes del territorio americano.
En la ocasión se reunieron en asamblea un gran número de indígenas que representaban a las poblaciones autóctonas de diversas regiones de nuestro continente.
Se habló de la situación social y económica de estos pueblos, de sus problemas y necesidades. Como resultado de esa reunión quedó fundado el Instituto Indigenista Interamericano, que tiene su sede en México y que depende de la OEA. Por eso es que, a partir de ese año se festeja el Día del Indio Americano cada 19 de abril.
Lo que debiera haber sido un histórico encuentro de dos mundos , dos civilizaciones, Europa y América, que beneficiara y enriquecira a ambas, se transformó, por ambición y soberbia en la Conquista de América, donde el recién llegado, de mayor poder bélico se transformó en el conquistador sojuzgando al nativo o aborigen, Palabra ésta que proviene del latín y que significa desde el origen o desde el principio, despojándolo no sólo de las tierras que habitaban desde milenios sino destruyendo y demoliendo todo, e imponiendo por la fuerza su cultura, procurando aniquilar a la existente.
Pero. por suerte, no todo pudo ser destruído. Los valores de las antiguas culturas aborígenes perduraron en los restos de aquellos imponentes templos y construcciones, que por su ubicación permanecieron inaccesibles para los hombres blancos; en la Pirámides que por su magnitud no eran fáciles de demoler; en los códices mayas y aztecas salvados de la hoguera; en los testimonios de mestizos como el Inca Garcilaso de la Vega o de españoles como Fray Bartolomé de las Casas; en las artesanías desenterradas o encontradas, y que especialmente en la memoria de los pueblos autóctonos, que fieles a sus sentimientos y convicciones, continúan amando a la tierra que habitaron Desde el Origen y a la que en sus diferentes lenguas, siguen llamando Madre.
Empobrecidos y relegados, los aborígenes americanos de hoy, no pretenden ya, privilegios por su condición de primeros habitantes del continente, sólo aspiran a que se los trate como iguales, que se les reconozca el derecho a la tierra donde habitan en comunidades, igualdad de oportunidades: de estudio, trabajo y progreso, y el respeto a los valores de sus culturas.
El 19 de abril fué instituído, en 1940, por el Congreso Indigenista Interamericano, realizado en Méjico como el DIA AMERICANO DEL INDIO o DIA DEL ABORIGEN AMERICANO. Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7550 de 1945, esa fecha , reivindicatoria de los derechos de los aborígenes, se reconoció en todo el territorio argentino.
También nos ayuda a tomar conciencia de que esos pueblos han sobrevivido a la colonización europea y que hoy, a 500 años de la llegada de Colón, sus reclamos resurgen con fuerza en todos los países de Latinoamérica.
En Guatemala, Ecuador y Perú los indígenas son más de la mitad de la población; en Bolivia , el 45% y en México, el 30%. En todos estos países lo indígena forma parte de la identidad nacional.
Y no es para menos, porque son millones de personas cuya ubicación geográfica coincide con la de las grandes civilizaciones precolombinas: en México y Guatemala, los mayas y los aztecas; en Ecuador, Perú y Bolivia, los incas y los quechuas; en Chile, los mapuches; en Paraguay, los guaraníes, quienes también habitan nuestras provincias del norte argentino,como Chaco y Misiones.

sábado, 14 de abril de 2012

Marcelo Berbel

Marcelo Berbel nació el 19 de abril de 1925 en Plaza Huincul, Neuquén, Argentina. Poeta, escritor de obras inéditas, compositor y músico folklorista de la Patagonia. Hijo de Juan Berbel, inmigrante español oriundo de Andalucía y de María Teresa Arriagada, natural del Neuquén descendiente de Mapuches. Falleció el 9 de abril de 2003 en su provincia natal.


Fue uno de los poetas más influyentes de la región patagónica. Compuso los himnos oficiales de la provincia del Neuquén (Neuquén Trabun Mapu) y de su capital (Regreso al Ayer), el primero junto al compositor Osvaldo Arabarco.


Sus canciones han sido interpretadas por artistas reconocidos en toda la Argentina y se han difundido en gran parte de América, abarcando diversos estilos. La Pasto Verde, El embudo, y Amutuy ("Vámonos") soledad, son algunas de sus composiciones, que han ganado gran popularidad en las interpretaciones de Jorge Cafrune, José Larralde, Soledad, León Gieco y Rubén Patagonia respectivamente.1 Compuso algunos temas con autores tales como Pablo Neruda.


Berbel también cumplió funciones legislativas, desempeñándose como convencional constituyente en la redacción de la constitución de esa provincia patagónica. Alguna vez dijo de sí mismo “Mi política es celeste y blanca y mi patria son los mapuches”. 2 Padre de los integrantes del dúo Hermanos Berbel, conformado primero por Néstor Armando Berbel ("Guchi") y Hugo Marcelo Berbel ("Chelito") y luego de la muerte de "Guchi", por "Chelito" y Marité Berbel, logrando llevar su música tanto a escenarios nacionales como del extranjero.
Voz autoral de la región patagónica, Marcelo Berbel fue uno de los más importantes músicos y poetas que parió esta tierra, su tierra. Preocupado por contar las historias de su gente, su geografía, y volverlas canciones, Don Marcelo -como se lo conocía- escribió más de dos mil temas y poemas, muchos de ellos anónimos.

A pesar de haber cursado hasta tercer grado, Marcelo Berbel “comenzó a escribir cuando aprendió a escribir”.


Su primer poema, escrito a los 7 años, quedó inmortalizado en un pizarrón de la escuela, cuando las maestras pensaron “que era interesante lo que había escrito y le pusieron un vidrio, que se mantiene hasta hoy", según había narrado el propio autor.
Por el lado de las letras, tres libros recogen algunos de sus textos: “La copla nuestra de cada día”, que luego fue reeditado como “Marcelo Berbel en coplas"; “Varios temas y algunas coplas”, publicado por la Subsecretaría de Cultura  de la provincia; y “Adivinitos”, un libro de adivinanzas para que los chicos del campo aprendan cosas de la ciudad y viceversa.





“Mi política es celeste y blanca, y mi patria son los mapuches”


Prócer de la música patagónica, aunque de bajo perfil, Marcelo Berbel es el autor de la letra de “El Embudo”, popularizada por León Gieco. “Soy un intuitivo, escucho y veo”, sostiene el hombre, de 77 años.


Por Fernando D´addario


Por su conocimiento profundo de la tierra y del hombre que la habita, Marcelo Berbel podría ser algo así como un Yupanqui de la Patagonia, aunque sin exilio francés. Criado en Plaza Huincul, Neuquén, acaba de cumplir 77 años. No es famoso ni exitoso, al menos si se barajan los parámetros convencionales de la fama y el éxito. Acaso porque su desinterés por los vaivenes del folklore oficial confinó su talento dentro de los márgenes del pago chico, pocos saben, más allá de un puñado de fieles, que Berbel escribió unos 2500 temas, entre ellos “La pasto verde”, “Amutuy soledad”, “Por las bardas” y “Amanecer cordillerano”. Una de sus creaciones, de todos modos, trascendió la frontera de su propio celo artístico y llegó a Buenos Aires: “El embudo”, esos versos que musicalizó León Gieco y que, a través de las voces de Mercedes Sosa, Ricardo Mollo, Chizzo y Ricardo Iorio, entre otros, denuncian lo que se ha hecho con la Patagonia y, por qué no, con el país.


Gieco reconoce a Berbel como una suerte de prócer, y el autor neuquino, que no es muy afecto a las canonizaciones institucionales, acepta con orgullo el halago. “‘El Embudo’ es un tema que yo ya tenía. Lo recité en su momento y no pasó nada. Le llegó a Gieco y ahora se conoce en toda América. El destino de la palabra es misterioso”, dice Berbel en la entrevista con Página/12, concretada a partir de un viaje fugaz a Buenos Aires. Luego cuenta su encuentro con León: “Estábamos en Los Antiguos, donde coincidimos en un festival. Estábamos comiendo y al lado lo tenía a Gieco. En un momento me pregunta: ‘¿Nunca escribió sobre el tema de la explotación en la Patagonia? Y sí, claro, le dije, estoy podrido de escribir de eso. Tengo un tema más largo que la mierda...’Se lo di. A la semana, a las cuatro de la mañana, suena el teléfono y es él. Me hace escuchar la canción, con música y todo, yo no entendía nada. Y me dice que van a estar Mercedes Sosa, Iorio, el de La Renga, Divididos. Yo no lo podía creer”. No sólo le gustó la versión del tema, sino que, por carácter transitivo, o por una extraña lógica de identificación rockero-folklórica, se hizo amigo de varios de ellos. “No es lo que la gente cree, que están golpeados y nada más –dice Berbel–. Hacen la música que hacen porque no encuentran respuestas a sus inquietudes. Iorio, por ejemplo, es un loco bárbaro. Cuando me ve me dice: ¿Qué hacés viejo hijo de puta? La otra vez estaba comiendo un lechón en el estudio de grabación, lo desafiaron y se tiró vestido a la pileta. Me resulta muy divertido.”


En la cotidianidad de Berbel no hay exabruptos mediáticos ni especulaciones comerciales. Se levanta a las cuatro y media de la mañana con el objetivo básico de escribir música. “Si te despertás con una melodía, es que te vino de algún lado”, dice este profesor de canto que no canta (“perdí las cuerdas vocales”, añade, con la voz gastada y sabia). Entre otras aparentes contradicciones, debe apuntarse que es profesor de guitarra y no toca, y que su compulsividad hacia la escritura no anima ningún afán de publicación. “Escribir escribo, pero ¿para qué voy a publicar? ¿Quién lee libros hoy?”, pregunta, antes de admitir que es él mismo quien no lee. Es más: nunca ha leído. “Nadie me cree, pero la verdad es que no tengo ninguna escuela literaria porque nunca leí a nadie. Soy un intuitivo, escucho y veo. Por ejemplo, nunca leí La Patagonia Rebelde, pero sé todo lo que cuenta Bayer en el libro.” Es autor del Himno de Neuquén. Una vez, en una escuela, la maestra lo presentó como tal a los alumnos. “Lo que más les llamó la atención a los chicos fue que el autor de un himno todavía estuviera vivo...”, cuenta, y se ríe de la ironía que encierra una anécdota tan sencilla.


Berbel es, definitivamente, un personaje. Habla de su amistad con Jaime De Nevares, y se jacta de que esa afinidad no le impedía decirle, por ejemplo (tal vez el obispo coincidiera): “La equivocación de todas las iglesias, y más todavía de la católica, es el adoctrinamiento. Te cierran el cerebro hasta que te hacés matar por eso”. Fue músico militar (“no vas a pensar que fui militar músico, ¿no?”, se ataja) y uno de los efectoscolaterales de “El Embudo” fue que María Julia Alsogaray, en una de sus visitas inútiles al Sur, lo tildara de “zurdo”. Berbel dice que no es ni de izquierda ni de derecha, ni siquiera nacionalista. “No sé qué es el nacionalismo. Porque muchas veces los nacionalismos terminan en un gran cajón común que es el de la extrema derecha, y yo con eso no quiero tener nada que ver. La izquierda, en cambio, nunca me molestó. Pero mi política es celeste y blanca y la patria en mi tierra son los mapuches, porque todo, los cerros, los caminos, los lagos, tiene que ver con ellos. Jamás me afilié a ningún partido político. No creo en ninguno. Mi hija es diputada. Creo en mi hija, pero no en la diputada. Debe haber excepciones, pero no las he conocido”, subraya.


–¿Cultiva el bajo perfil o hay discriminación hacia la música patagónica?


–Nunca me hice el misterioso. Lo que pasa es que pertenezco a un territorio olvidado. Ahora yo pregunto: ¿Por qué debería no olvidarse la cultura patagónica si hemos dejado que se llevaran el petróleo, el gas, la corriente eléctrica, el oro, la plata, la carne? Si hubiéramos defendido todo eso, también habrían escuchado nuestro canto. Pero preferimos que nos ordeñen...


–Cosquín, por ejemplo, más allá de Hugo Giménez Agüero y, en menor medida Rubén Patagonia, ignora a la música del sur.


–Es que el del folklore es un negocio con exceso de mercadería. Si tenés un negocio repleto de cosas y te traen otras, aunque sean mejores, no las dejás entrar. A los patagónicos nos pasa eso. Sé que la pelea por el título es en el Luna Park, en Buenos Aires. Y yo no llegué porque me cagaron bien a piñas en el primer round (risas). Viví un tiempo en Buenos Aires. En realidad, agonicé. Y no quiero eso. En Bariloche los Berbel son una institución. ¿Qué carajo voy a hacer en Buenos Aires si en mi tierra estoy en el seleccionado? No es por egocentrismo, pero sé que algunas de mis canciones van a quedar. El que siembra nogales no va a comer nueces mañana, pero de aquí a cien años alguien lo seguirá disfrutando.


–¿Para quién escribe?


–Para todo el mundo, pero en primera instancia para el paisano del boliche con piso de tierra. Ese seguro que me entiende.



19 de Febrero de 1947 – Nace Jorge Luis Marziali, en la Ciudad de Mendoza. Cantautor.En 1972 editó -en Mendoza- una placa con cuatro obras en, mientras estudiaba Ciencias dela Comunicación. Fue redactor de la agencia "Clarín" en aquella ciudad y de "El diario", publicación dirigida por Jacobo Tímerman.En 1976 se radicó en Buenos Aires y se desempeñó en el área de Educación de "Clarín", al tiempo de dirigir una página sobre música popular en el mismo medio gráfico.En 1983 edita su primer disco bajo el título de "Como un gran viento que sopla". Sus obras "Este Manuel que yo canto" (dedicada a Manuel Castilla) y "Coplas de la libertad (con versos de Daniel Garibaldi) calaron hondo en el gusto popular. Conduce, al mismo tiempo, un programa sobre música popular en Radio Belgrano.En 1986 edita "Marziali cerca nuestro" y se consagra como trovador con dos obras fundamentales: "Los obreros de Morón y Cebollita y huevo".En 1989 aparece "Marziali de diario", con portada de Hermenegildo Sábat y presentación de María Elena Walsh. Su obra "Yo elijo criollos" se convierte en un clásico del cancionero nacional.Viaja por el país con sus canciones ofreciendo recitales y charlas en diversas Universidades y Centros Culturales.En 1997 gana con "El niño de la estrella", el primer premio (rubro canción) en el concurso "30 años de la muerte del Che Guevara", organizado por la FUA y la Comisión permanente de apoyo a Cuba.En 1998 viaja a La Habana, ofreciendo sus canciones en plazas y recintos culturales de la capital cubana.Ese mismo año es declarado "Maestro del alma" por la Secretaría de Cultura dela Ciudad de Buenos Aires. Edita "¿Y por qué?", un disco con canciones infantiles.En 1999 aparece "Miradas", álbum en el que se destacan obras como "El hombre pollo" y la citada "El niño de la estrella"En el 2004 aparece "Padentrano", disco en el que hace un rescate de varios de los compositores fundamentales de canciones de raíz criolla, como Hilario Cuadros, Chabuca Granda, Zitarrosa, Buenaventura Luna y Tejada Gómez, entre otros.En setiembre de 2007 aparece "San Lagente", álbum con temáticas y ritmos urbanos. Se destacan allí "Cuando Perón era Cangallo", "Así hablaba Don Jauretche" y una nueva versión de "Los obreros de Morón" con la participación de Alfredo Ábalos.En setiembre de 2010 aparece su primer libro de poemas, bajo el título de "El amor en otro sitio". Se encuentra en imprenta "Elogio del estar despierto".Fallecio el 9 de Julio de 2017.Obras: Aquí me gusta la vida (con Humberto Cosentino) – Canción al oído de una muchacha (de Antonio Esteban Agüero) – Cebollita y huevo – Chamarrita pa repartir – Como un gran viento que sopla (con Diógenes Garibaldi) – Cristo de la quebrada – Decimas del tiempo (con Diógenes Garibaldi) – El Cuchi musiqueador – El niño de la estrella – Elogio de la ternura – Este Manuel que yo canto – Florecer de la nostalgia (con Eugenio Inchausti) – La de Kayhan (con Juan Falú) – La Sixto Violín (con Raúl Carnota) – Los obreros de Morón – Mendoza esta – Milonga del hambre (Con Alberto Suarez) – Para tenerte cerca – Tonada de luz (con Carmen Guzmán) – Y sueño una farolera – Yo soy Juan (con Juan Falú), entre otras.